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Artíclo

Modificación de conducta y daño cerebral

Cuando nos planteamos la intervención neurorrehabilitadora en nuestros pacientes intentamos trazarnos una visión lo más transaccional posible, englobando aspectos motores, cognitivos, sociales, emocionales y comportamentales /conductuales. Estos últimos, los comportamentales /conductuales, pueden ser mecanismos disruptivos en la consecución de los objetivos planteados por el equipo rehabilitador y pueden ser agotadores de sobrellevar y manejar en el ámbito familiar. 

A ello se une la frecuencia de los mismos, puesto que suelen ser consecuencias habituales derivadas del daño (ya sea adquirido o neurodegenerativo); algunas de las más frecuentes pueden ser irritabilidad, labilidad emocional, oposicionismo, negativismo, apatía, agresividad…

Para la elaboración de un correcto plan conductual debemos analizar de forma exhaustiva la conducta a moldear del sujeto, controlando aspectos significativos activadores de esa conducta (qué se ha producido en el momento antes de surgir el comportamiento disruptivo) como las características del entorno (ruidos fuertes, habitaciones muy grandes o muy pequeñas, determinados muebles...), las funciones realizadas por el propio paciente, las personas con las que se relaciona (en ocasiones somos los propios profesionales y familiares los podemos activar el cambio conductual). Otro aspecto significativo a tener en cuenta antes de elaborar un plan de conducta y que puede artefactarlo son los trastornos cognitivos derivados de la lesión, como los déficit atencionales, disejecutivos, mnésicos, entre otros.

Como elementos básicos, es preciso en primer lugar seleccionar la conducta o conductas a modificar; posteriormente elaborar un registro donde se recogan las variables que ocurren inmediatamente antes de la aparición de la conducta problema (antecedentes), frecuencia, duración, severidad, y lo que ocurre inmediatamente después (consecuentes). Una vez recogidos los datos, debemos elegir la técnica de modificación de conducta que más se adapte a nuestro paciente y su conducta; entre ellas se encuentran la extinción, refuerzo diferencial, coste de respuesta, economía de fichas, tiempo fuera… Tras su aplicación es necesario evaluar la eficacia del programa.  ¿Son todos los pacientes con daño cerebral y alteraciones conductuales candidatos a la elaboración de un plan de modificación de conducta?

 

Publicado por Esther Sierra Martínez