TERAPIA ACUÁTICA (1 DE 2)
Como ya es sabido, la tendencia en la aparición de enfermedades vasculares en la población y sus consiguientes déficits sensitivo-motores está en alza. Como también lo está, la oferta de diferentes estrategias de tratamiento que nos ofrecen los servicios de rehabilitación. Nos ponemos a pensar y existen multitud de técnicas, estrategias y terapias diferentes para este tipo de pacientes, y ofrecérselas todas a la vez resultaría imposible a la vez que ineficaz.
Entonces… ¿Cómo decidir qué estrategia terapéutica es la más eficaz para una persona u otra? ¿Cómo puedo saber, si desconozco este tipo de ámbito, que estoy ofreciéndole un tratamiento adecuado a mi familiar o pariente cercano?
Pues se trata de una respuesta muy difícil de concretar incluso para nosotros los profesionales. Lo que sí se puede considerar es que existen ámbitos y espacios de tratamientos que nos otorgan unas posibilidades diferentes a otros. Por ejemplo, no es lo mismo trabajar en una camilla que en el suelo, como tampoco es lo mismo trabajar sentados en una silla o sobre un caballo, no es que un medio sea de por sí mejor que el otro, sino que un determinado espacio puede complementar el tratamiento en función de los objetivos planteados y las posibilidades del paciente.
Un medio de tratamiento muy beneficioso en la recuperación de las disfuncionalidades tras un ictus es el agua.
Medio terrestre “VS” Medio acuático
La pregunta que nos viene ahora a la mente es: ¿si vivimos en un medio seco porqué trabajar en el medio acuático puede traernos beneficios?
El ser humano está preparado para vivir en el medio terrestre, donde nos mantenemos estables en el suelo gracias a fuerzas como la gravedad. Toda la musculatura de nuestro cuerpo está preparada para mantenernos de pie en contra de dichas fuerzas. Lo que ocurre es que ante diversos procesos como un accidente cerebral o una enfermedad neurodegenerativa todo el sistema que nos permitía mantenernos erguidos y realizar nuestras actividades diarias falla y nuestras estructuras corporales no son capaces de realizarlas.
El medio acuático tiene otras propiedades muy diferentes al terrestre gracias a las propiedades físicas del agua: la flotación, la presión hidrostática, la viscosidad, las fuerzas hidrodinámicas, la tensión superficial, las fuerzas rotacionales y la transferencia térmica.
Todas estas propiedades crean un ambiente con otras características muy diferentes donde el paciente puede experimentar sensaciones como:
· Percepción de ingravidez y flotabilidad
· Disminución de la carga corporal, de la carga articular y de la carga axial en la columna
· Disminución del dolor
· Mejora el retorno venoso
· Mejora de la estimulación sensorial
· Mejora de la fuerza muscular, el balance y la coordinación
· Mejora el control del tronco y las reacciones de equilibrio
· Fortalecimiento de los músculos inspiratorios y espiratorios que intervienen en la función respiratoria
En su conjunto, todos estos beneficios van a procurar que el usuario dentro del agua experimente como su cuerpo es más ligero y tiene mayor libertad de movimientos que favorecerán la función y la realización de actividades. Además la facilitación del movimiento corporal permitirá una mayor rapidez de la consecución de los objetivos propuestos en su tratamiento, mejorando no sólo el aspecto físico del individuo sino también el psíquico.
Llegados a este punto planteo una reflexión, imaginemos que debido a uno de estos procesos traumáticos permanecemos encamados durante semanas, y cuando comenzamos a movernos nuestro cuerpo no responde, no somos capaz de mantenernos sentados, nuestros brazos y piernas no dirigen su movimiento donde nosotros los mandamos y nos cansamos de una manera excesiva y temprana, ¿qué significaría para vosotros el poder poneros de pie, mover los brazos, estiraros…incluso caminar?
Publicado por Ana Pilar Heras Perez
Terapeuta Ocupacional en INEAVA