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A menudo, en el mundo de la neurorrehabilitación nos encontramos con pacientes que presentan déficits sensitivos.

Estos trastornos suponen un problema para la seguridad de la persona que presenta un déficit de la sensibilidad superficial, ya que pueden producirse quemaduras o heridas que pasen inadvertidas mientras se realizan actividades cotidianas como puede ser cocinar, bañarse, etc… Sin olvidar la capacidad para determinar si el entorno en el que nos encontramos nos resulta agradable o no. Es importante pues, enseñar al sujeto medidas de protección contra posibles lesiones o estrategias de compensación con otros sentidos, como puede ser la visión.

¿Pero aparte de enseñar medidas de protección, que tratamiento rehabilitador se puede ofrecer?

En la actualidad se conoce poco acerca de los efectos de las intervenciones para tratar estos déficits. En la bibliografía actual existe una variedad de intervenciones para el tratar el déficit sensitivo superficial, pero no hay una evidencia científica que confirme una efectividad en la mejoría de estos trastornos.

A pesar de la falta de evidencia científica de los tratamientos aplicados, no quiere decir que en nuestra práctica profesional no consigamos resultados positivos a la hora de rehabilitar estos déficits. A la hora de planificar un tratamiento rehabilitador para mejorar un trastorno sensitivo, es indispensable realizar una valoración completa y global del individuo; una vez valorado, es importante reconocer de forma especifica los déficits que presenta el individuo y conocer el funcionamiento neurofisiológico del trastorno. El conocimiento de dónde y cómo se translucen, transmiten, representan y procesan las diferentes modalidades sensitivas es esencial para conocer y tratar el déficit.