Dando sentido a la integración sensorial
El cerebro es el gran centro organizador de nuestro cuerpo, a él llega multitud de información que deberá ser analizada, clasificada, seleccionada, ordenada y enviada al resto del cuerpo. De esta manera, nuestro cerebro será capaz de crear percepciones y comportamientos que posibilitarán el aprendizaje. Tan importante es el correcto funcionamiento de este gran órgano como la de la calidad de la información que a él llega. El proceso de organizar esas sensaciones y transformarlas para su uso es lo que se define como integración sensorial.
Durante los primeros años de vida, el niño guía su movimiento a partir de la información que obtiene a través de sus sentidos. Más tarde, estas experiencias sensomotoras formarán la base de sus funciones mentales y sociales. En ello radica la importancia del juego en la infancia, ya que gracias a las experiencias que el niño tiene cuando juega, será capaz de organizar e integrar las sensaciones provenientes de su cuerpo, de la gravedad, de lo que oye y lo que ve y se producirá el aprendizaje que le permitirá gatear, ponerse de pie, caminar…
Cuando el niño juega e interactúa con su entorno de una manera eficiente, creativa y placentera, diremos que está teniendo una respuesta adaptativa. Una manera de saber si esto está ocurriendo, es observar al niño durante el juego y ver si es capaz de elaborar una respuesta para los desafíos que ese juego le está planteando y si se está divirtiendo.
Puede ser que observemos de manera precoz ciertas dificultades en el desarrollo del niño, como el hecho de no darse la vuelta, no gatear, caminar tardíamente… conductas extrañas e inapropiadas para la situación que el niño está viviendo: llanto, frustración o enfado; en otros casos, estos problemas pueden ocurrir más adelante ya en la etapa escolar, como no saber atarse los cordones, no montar en bici, problemas de lectura, escritura o artimética....
Frecuentemente son niños a los que se clasifica de torpes, despistados o inquietos, esto puede ser debido a la incapacidad de analizar y organizar toda la información proveniente del medio donde se encuentran y que les hace reaccionar de una manera compulsiva. El niño no comprende lo que le ocurre, no es consciente de su comportamiento y por tanto los castigos o las recompensas no evitarán estas situaciones. Las palabras y los pensamientos no sirven para organizar el cerebro, pero sí las sensaciones y las respuestas adaptativas.
No existe un método capaz de medir los trastornos del cerebro, no se trata de problemas médicos, ni todos los niños tienen los mismos problemas, al revés es una ardua tarea que debe ser desarrollada por un terapeuta ocupacional entrenado en integración e intervención sensorial que evalúe y trate estos problemas de una manera adecuada.
Bibliografia consultada:
- La integración sensorial en los niños. Desafios sensoriales ocultos. A. Jean Ayres. Tea Ed. 25 aniversario. 2008.
Publicado por Ana Pilar Heras Perez
Terapeuta Ocupacional en INEAVA